Vang es un ciclo mensual focalizado en la exploración de nuevos discursos sonoros. Vang transita por la música contemporánea, la improvisación libre, el arte sonoro o la performance, por el presente y por el pasado, tratando de acoger y proponer diversas formas de sonar, de escuchar o de percibir.
Vang 2019-2020 se centra en dos líneas de acción: los objetos y la memoria. “Objeto” deriva de “ob” (sobre, encima) y “iectus”, de “iacere, arrojar, lanzar” (echar). Normalmente, se asume que es eso “puesto delante”, aquello que se opone al sujeto, eso que está “arrojado” al mundo y con el que tenemos que lidiar. Tradicionalmente, los objetos musicales eran medios para la expresión de un sujeto creador. No interesaba tanto el objeto como la idea que portaba. Un violín era relevante en tanto podía expresar con más o menos tino las ideas que el compositor quisiera formular a través de él. A partir del siglo XX, la capacidad de sonar de los objetos adquiere otra dimensión, más allá de la de generar sonidos, musicales o no. Pierre Schaeffer, uno de los primeros teóricos en pensar sobre estas cuestiones, hablaba del “lenguaje de las cosas”. Para él, la lingüística tradicional -y con ella la música- habrá estudiado “los objetos sonoros como portadores de conceptos abstractos”, basándose en la “dualidad permanencia-variación”. Sin embargo, la atención a ese “lenguaje de las cosas” abría un mundo de escucha desde la indiferencia y la impenetrabilidad. El objeto que suena no tiene una forma de sonar antropomórfica, sino que más bien siempre suena como una pregunta para los límites de la escucha humana. El foco se pone en el qué suena, y no (solo) en la capacidad para ser medio del contenido conceptual. La paulatina conquista del cuerpo, uno de los logros del pensamiento desde los años 70, también se había centrado en los cuerpos humanos. Poco a poco, las prácticas artísticas han puesto el acento en otros cuerpos. Los objetos, que articulan nuestros espacios cotidianos y, normalmente, son tratados con indiferencia, abren otras interacciones impensadas cuando se pone en suspenso esa cotidianidad y se resignifican, sin exigirles que porten un mensaje, sino que pongan en vibración la materia.
El sonido tiene y no tiene al tiempo. Sucede en, con, a través, a pesar de él. El tiempo, que es una organización emocional, medida, des-medida, antropomórfica, mecánica y -al menos- relativa, es experimentado de forma muy distinta en el sonido, donde es posible la repetición, la dilatación, la pausa o la interrupción, que en la vida cotidiana, donde nos aferramos a lo lineal y lo causal (pasado, presente, futuro). El sonido, así, desmiente la organización meramente cronológica de la vida. No siempre hay un orden en el tiempo. Ni tampoco un sentido. Se podría incluso decir que el sonido propone un tiempo nuevo que revuelve aquello que derivamos de la organización cronológica del tiempo, como la puntualidad, la ordenación y jerarquización de experiencias (los recuerdos y las expectativas) -poniendo así en suspenso la emoción vinculada a cada forma de jerarquía- o la supuesta simetría entre instantes. En concreto, en esta edición de Vang, el tiempo fijado, la memoria, o la posibilidad de fijarlo, serán protagonistas. El sonido, que tiene el tiempo al mismo tiempo que lo pierde, permite pensar en el legado, la relación con la historia o el recuerdo como una ausencia o como cifra de una presencia que se ha desvanecido. Theodor Reik señalaba que “la función de la memoria consiste en proteger las impresiones; el recuerdo mira a su disolución. La memoria es conservadora esencialmente y el recuerdo, en cambio, es destructivo”. En ese cruce entre conservación y destrucción se encuentra el sonido. Es ahí adonde nos dirigimos.
Comisariado: Alberto Bernal, Marina Hervás, Anna Margules
Dinamización: José Pablo Polo
CentroCentro
Plaza de Cibeles, 1, 28014, Madrid
Auditorio Caja de Música. 20:00
Entrada libre hasta completar aforo
Descargar programa: vang_programa