Jueves 20 de febrero, 20h. Entrada libre.
Musique concrète is about the art of decision:
you select one sound over another and that’s where composing begins.
Pierre Henry
Ya en 2020, inmersos en la tercera década del siglo XXI, podemos y debemos hablar del pasado siglo como un período con identidad propia caracterizado por la constante revisión de sus estructuras sociales, políticas y económicas. Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, herederos de la Revolución Francesa, han sido asimilados en las sociedades occidentales como objetivos primordiales para el desarrollo personal del individuo así como para la constitución de sociedades libres e igualitarias. La música, y el arte en general, a través de sus creadores asume estos objetivos, y como verdadero testigo de su tiempo, aporta las herramientas necesarias con las que transformar la realidad circundante inundándola de sonidos libres y sin prejuicios. En 1913, Luigi Russolo, con la creación de sus famosas máquinas de ruido denominadas Intonarumori cuestiona en primera instancia los conceptos de sonido y discurso musical abriendo el auditorio a una nueva realidad sonora; de la misma forma, Marcel Duchamp abrirá los museos cuatro años más tarde al mundo cotidiano con su escultura/orinal La Fuente, cuestionando así nuestra forma de mirar el objeto artístico. Desde entonces, los diferentes movimientos vanguardistas del pasado siglo han invertido todos sus esfuerzos en revisar los conceptos que constituyen la base del proceso de creación musical tales como son la idea de instrumento: difuminada con la aparición de la electrónica, la dualidad intérprete-compositor: puesta en jaque con la aparición de la improvisación libre en los años sesenta y por último la idea de género cuestionando la pureza de la mal llamada música clásica contemporánea a través la hibridación con otros géneros y/o disciplinas artísticas.
Para la quinta sesión de la temporada 2019/2020 VANG/Músicas en Vanguardia propone un doble programa protagonizado por tres herederos actuales de esta revolución sonora: Hanna Hartman y el duo formado por Wade Matthews y Luz Prado que mediante el uso de la electrónica, la exploración sonora de objetos cotidianos y la improvisación libre han sabido crear discursos sonoros radicalmente actuales cargados de identidad propia.
Hanna Hartman (Uppsala/Suecia 1961-) es una de las creadoras de mayor proyección internacional de los últimos años. Sus piezas se han interpretado en festivales como el Wittener Tage für neue Kammermusik, Darmstädter Ferienkurse (2012, 2014), Ultima Oslo Contemporary Music Festival (2012, 2014), Huddersfield Contemporary Music Festival (2013,2016), el nicho aural, Mexico DF (2014), Akousma, Montreal (2014), ECLAT festival, Stuttgart (2017), Cut & Splice Festival, Manchester (2017). Entre los numerosos premios que ha obtenido por su trabajo destacan: Prix Europa (1998), Karl-Sczuka-Prize (2005), Villa Aurora (2010), Rosenberg Prize (2011) Phonurgia Nova Prize (2006 & 2016).
Con un corpus creativo basado en grabaciones de campo manipuladas y la investigación con sonidos procedentes de objetos encontrados, Hanna Hartman basa su poética creativa en la escucha microscópica de elementos cotidianos que habitualmente nuestra percepción auditiva ignora pero que situándolos en primer plano definen una nueva realidad sonora. Si bien podríamos considerar a Hanna Hartman una artista sonora postfluxus debido a la introducción de la realidad cotidiana en el proceso artístico, la creadora sueca difiere en gran medida de los postulados del fundador del movimiento, George Maciunas y de sus herederos, situando el sonido, y no el objeto, como fin de un discurso basado en la escucha. En los últimos años su línea de investigación se ha trasladado hacia la composición para instrumentos acústicos en combinación con objetos amplificados, tratando a ambos de forma similar. Así lo describía en una reciente entrevista para The Wire: “También es importante que los instrumentos y los objetos tengan la misma importancia. Si estoy usando un objeto como una maceta, no lo estoy usando para crear un efecto de sonido especial. Los objetos están al mismo nivel que los instrumentos musicales convencionales”.
La investigación de las posibilidades de la creación musical en tiempo real: improvisación libre, es la base desde hace dos años del trabajo conjunto que realizan Wade Matthews y Luz Prado. Un diálogo entre dos creadores sonoros que combina la exploración acústica del violín de Luz Prado con las infinitas posibilidades de la electrónica de Matthews a fin de entretejer universos sonoros personales en los que la creación y la escucha comparten una misma temporalidad.
Wade Matthews se formó con Mario Davidovsky, uno de los pioneros en la composición para instrumentos acústicos en combinación con fuentes electrónicas. A diferencia de su maestro, Matthews ha desarrollado esta práctica hacia la improvisación libre valorando así la inmediatez, la velocidad de reacción y respuesta y la capacidad de matización en todos los parámetros musicales; aspectos de la música asociados habitualmente a la interpretación de instrumentos acústicos, pero con una mayor dificultad de manejo en entornos electrónicos que Mathews ha sabido solventar con gran virtuosismo. Desde 2007, combina en sus creaciones grabaciones de campo con la síntesis electrónica en una configuración de dos ordenadores que desde entonces se ha convertido en su instrumento principal.
Luz Prado (Málaga, 1985-) es violinista e improvisadora. Combina su formación clásica con el desarrollo personal y emocional en otras músicas. Su capacidad de diálogo se manifiesta en su apuesta por el trabajo colaborativo y su experiencia con distintas prácticas sonoras ligadas a las artes escénicas. En estos años de trabajo conjunto, ha expandido los límites del lenguaje violinístico con el fin de encontrar un terreno en el que dialogar con la sonoridad y sensibilidad de Matthews sin que ninguno de los dos sacrifique su propia forma de ser. El resultado es una música llena de sorpresas y recovecos, ágil y lírica a ratos, y sobre todo, más arraigada en lo real que en las convenciones. Se improvisa libremente en el momento y en el lugar del concierto, reconociendo que su coherencia deriva no sólo de un entendimiento diacrónico del discurso como de una apertura constante hacia el momento en el sentido más amplio de la palabra.